LOS HUESOS DEL CENOTE SAGRADO
CHICHÉN ITZÁ, YUCATÁN
Guillermo de Anda Alanís
POR MEDIO DE PATRONES DE MARCAS SE HAN PODIDO DOCUMENTAR ALTERACIONES EN LOS HUESOS DE ALGUNOS DE LOS INDIVIDUOS RECUPERADOS DEL FONDO DEL CENOTE SAGRADO DE CHICHÉN ITZÁ. ESTAS MARCAS CORRESPONDEN A UN AMPLIO RANGO DE TRATAMIENTOS ASOCIADOS CON ACTOS DE VIOLENCIA ANTES Y DURANTE EL MOMENTO DE LA MUERTE, ASÍ COMO CON ACCIONES DE MANIPULACIÓN PÓSTUMA DEL CUERPO.
El sacrificio humano asociado a cenotes fue una práctica cultural con una prolongada duración. Cenote Sagrado de Chichén Itzá, Yucatán. Foto: Guillermo De Anda
El sacrificio humano asociado a cenotes fue una práctica cultural con una prolongada duración en Yucatán. En documentos históricos se registran diferentes formas de sacrificios rituales en esos cuerpos de agua característicos del norte de la península de Yucatán. Es interesante que en 93% de los sacrificios mencionados en los documentos de Sotuta y Homún-Hocabá se realizó la extracción del corazón y que 79% se depositó en algún cenote. En esos documentos se mencionan víctimas predominantemente entre los 6 y los 12 años, así como adultos masculinos jóvenes. Los estudios indican que la muestra esquelética procedente del Cenote Sagrado de Chichén Itzá coincide con los grupos de edad y sexo de los individuos descritos en esas crónicas. El estudio de las fuentes históricas, aunado a la iconografía y la evidencia arqueológica, revela que en la sociedad maya antigua los sacrificios humanos tenían características particulares relacionadas con el contexto físico y el tiempo en el que tuvieron lugar. Durante los periodos Clásico y Posclásico, las representaciones iconográficas de sacrificio humano y violencia en el momento de la muerte aumentaron en las Tierras Bajas mayas del norte. Un ejemplo claro de esto se encuentra en Chichén Itzá; en las fuentes etnohistóricas se describen con detalle sacrificios humanos asociados a su principal cenote.
RESTOS ESQUELÉTICOS PROCEDENTES DEL CENOTE SAGRADO
La muestra esquelética que nos ocupa fue recobrada en el Cenote Sagrado como producto de las investigaciones realizadas en 1961 bajo la dirección de William Folan, y entre 1967-1968 por Román Piña Chán. En este primer análisis tafonómico (tafonomía: estudio de los procesos que forman el yacimiento arqueológico) de la muestra se esperaba encontrar indicadores esqueléticos de violencia en el momento de la muerte, que pudieran estar relacionados con algunas de las formas documentadas de muerte ritual.
La muestra fue analizada sistemáticamente empezando con las características de los individuos y sus condiciones de vida. Debido a la naturaleza colectiva de la muestra, y al hecho de que el material se obtuvo muy mezclado, las características se basaron en los atributos de 78 de los 81 cráneos y 47 de las 54 mandíbulas. Sobre esta base de datos, la distribución por edad de los individuos indica que 80 son infantiles o subadultos (64%) y 45 son adultos (36%). Respecto al sexo en el grupo de los adultos, 68% es masculino y 32% femenino. Esta distribución es consistente con la muestra del Cenote Sagrado recobrada por Edward Thompson, que se encuentra en el Museo Peabody de Cambridge, Massachusetts.
Asimismo, se intentó separar los marcadores esqueléticos producidos por agentes naturales de aquellos creados por manipulación cultural. En la investigación se distinguieron patrones de marcas culturales, y se puso especial énfasis en su localización y asociación con regiones anatómicas específicas, con el propósito de determinar el tipo de actividad que las originó. Los patrones de marcas parecen estar relacionados con actos de violencia en el momento de la muerte, o con tratamientos póstumos, como la desarticulación, el descarnado, el desollamiento y la exposición al calor.
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